jueves, enero 20, 2011

La lucha contra ti mismo...

Imaginemos este escenario: es en tu ambiente habitual -no el favorito, el habitual, donde pasas más tiempo-. Estás rodeado de seres que...bue... seres... en fin... sabes que por más que hagas o hayas hecho de bien nunca será recompensado o agradecido, o tomado en cuenta, es más, te tratan como basura... o como si no existieras... Ahora viene la pregunta del millón, ¿ante esta situación cómo reaccionas?, ¿respondes con la misma moneda o por el contrario, muestras tu mejor sonrisa y sigues dispuesto a participar, colaborar, ayudar, etc.., a sabiendas que el resultado va a ser el mismo que al inicio?

Definitivamente no podemos negar lo que somos, ni aquello que nos hacer ser así. Es difícil negar sentimientos por otra persona, así la misma te haya tratado como a un lampazo. En momentos como éste quisiera volver a ser un verdadero malnacido, arrogante, punitivo... Tal vez siempre fueron caretas para no mostrar al ser inofensivo y cariñoso que puedo ser, lo que recuerdo es que eran auténticas armaduras por donde no pasaba ni coquito... y me hacen falta... Vivir desde la verdad plena es duro porque puedes tener zonas vulnerables. Ser auténtico es tarea difícil en un mundo de máscaras, los golpes son más potentes y el rostro rígido de las armaduras no dejan ver las verdaderas emociones de quien golpea. Me niego a pensar que la gente sea tan desnaturalizada, aunque lo compruebe a diario. Prefiero pensar que es el dolor, la tristeza lo que nos hace actuar así.

La lucha consigo mismo se vence cuando logras integrar todo lo que eres, más que una lucha es una conquista de sí mismos, ello viene del autoconocimiento... No del inicial, donde descubres quien eres y todo eso, no se trata de encuentro porque sencillamente ya estás ahí, hace rato que te encontraste, sino mas bien de tu sentir frente a distintos eventos de la vida cotidiana.

El autoconocimiento es ese constante descubrir de tus sensaciones ante lo externo, es una constante necesidad de readaptarte a lo que sucede, y de buscar la manera de moldearlo según tus necesidades. Esta es la parte difícil, integrar todo tu yo en uno solo para así dar frente a lo que venga... Esto es muy complicado y tiende a confundirse con diplomacia -que raya en lo hipócrita-, donde respondes adeuadamente a cualquier situación con palabras que son huecas, sin sustancia, sin efecto real en el otro... No. Esto tiene que ir más allá. Es buscar la manera de explotar al máximo nuestro propio potencial, ser asertivos, empáticos, solidarios y a la vez justos, dignos y respetuosos con nosotros mismos, no en un máximo egoísta, sino en un equilibrio altamente conciliador (de nosotros mismos), natural. Es como poner orden en el cuarto poniendo cada cosa en el lugar que justamente le corresponde, creando armonía.

La conquista de sí mismos no puede ser alienante: no podemos imponernos metas excesivas ni tampoco quedarnos en la más absoluta de las inacciones. Eso sí, todo movimiento que emprendamos debe ser genuino, resultado de mis decisiones, no debe ser impuesto porque pierde sentido y carece de motivación propia. Todo aquello que emprendamos debe hacerse con amor, siendo éste último entendido como afición, predilección... Debemos hacer las cosas y encontrarles un sentido real, trascendente para nosotros. Es un trabajo arduo, no a todos nos gusta nuestro trabajo o nuestros estudios, o los grupos donde estamos, pero no queda de otra si por alguna razón o necesidad tenemos que estar ahí. Siempre recuerdo una historia de un supuesto médico en Auschwitz, cuyo trabajo era llevar a niños a las cámaras de gas... él no lo quería hacer, y no tenía opción más allá de la muerte, pero no había quien hiciera el trabajo y él fue designado, y fue su actitud lo que lo hizo sobrevivir la prueba, y trataba de hacer las cosas -creo yo- con un sentido de redención, pues ayudaba a la gente a terminar con su sufrimiento, de alguna forma. Esto que digo no es fácil de entender, pues suena como si el médico encontrase regocijo alguno con su desdichada labor, y no es esto lo que quiero resaltar, sino el sentido que, al final, el médico le dió a su trabajo.

Nos conquistamos realmente cuando entendemos la dimensión del amor en nosotros mismos, cuando nos respetamos, cuando creamos hábitos saludables y actitudes que generan sinergia alrededor. Nos conquistamos cuando somos respetuosos y consecuentes con nuestro propio plan de vida, también cuando atendemos prioridades que enaltecen nuestra condición humana. Nos conquistamos cuando al apagar las luces y dormir estamos tranquilos con la conciencia y con el corazón en nuestra lucha diaria.

Estas eran lecciones aprendidas, no sé porqué no las recuerdo ahora...

No hay comentarios:

Publicar un comentario