sábado, marzo 17, 2012

Piedras en el Camino…

 

Thiago Alcántara (Futbolista del Barcelona FC): ¿Piedras en el camino? Guárdalas todas, un día construirás un castillo. Te Queremos.

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La frase es maravillosa, y va a un futbolista que en este momento lo tienen que operar por un trasplante de hígado… Sin embargo, esto aplica para toda la vida.

La frase me impresionó por lo simple y profundo de su mensaje. Pensé en todas las oportunidades en que he encontrado piedras en mi camino y lo que he hecho. Guardar una piedra?? No me lo había planteado. Ahora, cómo se guarda una piedra?? y el peso??? y la cantidad??, por cuánto tiempo??…

Ahora voy más allá, qué es una piedra?, todas sirven para el castillo?, qué es descartable y qué no?, y cuando lo construya, seré capaz de vivir ahí dentro?

Son muchas preguntas para una simple piedra.

Pero es que, precisamente, el camino está hecho de piedras, de tierra, de ardor, amargura, de sudor, de conforte por la siesta, de tomas de agua, de pequeños jardines, de árboles frondosos o secos, de flores bellas o frutos jugosos o venenosos… Eso es un camino. Hasta ahora le había prestado atención a casi todo, excepto las piedras, al menos desde esta perspectiva. Supongo que la clave está en construir un carruaje para llevarlas, pues no creo que se pueda construir el castillo en cualquier parte, y nadie tiene tantas piedras en el camino como para hacer tantos castillos por vez, o tal vez es hacer castillos pequeños en distintos lugares para siempre tener donde llegar… Pero, y la propia vida, las propias fuerzas, o la voluntad?

No siempre vamos a querer construir o bien, tener la fuerza para hacerlo. Es cosa de actitud solamente?, dónde dejas el dolor o el cansancio?, dónde consigues el descanso o la inyección de fuerzas? es entonces un castillo enorme y poderoso, o bien pequeñas fortalezas que suman una comarca? qué es mejor?

Cómo recojo las piedras?, qué actitud dispongo para hacerlo?…

Me acordé de una figura pública, Eva Ekvall. Ella en menos de 10 años tuvo que construir un imperio enorme para vivir. Al final le ganaron la batalla… Me entristece el recordarlo.

De pronto el castillo ni siquiera es para uno mismo, sino para que otros vean y se inspiren a construir los suyos propios. De pronto las piedras cuando son golpes lo que sirven es para empañarte los buenos momentos que se viven. Ni siquiera la propia vida es una conquista real, permanente. La muerte la acompaña.

De pronto las piedras no necesariamente construyen castillos, sino más bien mausoleos… Pero incluso, hasta éstos son hermosos…

Hay piedras que son combustibles… De pronto frotándolas haces fuego, y eso, junto al agua, es el origen de toda vida que merezca ser contada. Si usamos tierra podemos embutir la construcción y hacer castillos más fuertes, resistentes, y si usamos maderas nobles podemos hacer puertas y puentes levadizos para entrar y salir cuando queramos.

También, a las brujas en la baja edad media las tiraban amarradas con piedras al fondo del mar, y si se zafaban eran brujas, sino, eran personas inocentes que morían por la necedad de gente inquisidora, incapaz de vivir la vida propia. Las piedras son el peso de nuestras acciones también, pero más, el peso que otros imprimen sobre nosotros.

Voy a recoger mis piedras… Ojalá no quede como San Esteban…

martes, febrero 28, 2012

Mi mejor amigo.

En una conversación reciente, un compañero de trabajo me hablaba de “su mejor amigo”… Hace años que no recordaba esa frase… “Mi mejor amigo”… me dejó un poco de nostalgia.

La amistad es algo complejo, al final de cuentas estamos hablando de dos personas que pasan de no conocerse a ser casi íntimos. Esto es bonito y refleja la empatía entre los humanos. Pareciera que sí es posible una amistad a prueba de balas. Por mucho tiempo creí que tenía un mejor amigo, al menos. La realidad me ha dicho que he tenido gente cercana, pero no amigos como tal. Quisiera pensar que existe la posibilidad de que esto exista, pero a la vez no quisiera hacerme ilusiones que me llevan a una interminable lista de decepciones, de nuevo.

También podría decir que la amistad es un concepto en vías de extinción. La sola pertenencia a un lugar o grupo no te garantiza la posibilidad de tener amigos. Una terapista me decía que no en todo el mundo se puede cultivar una amistad. Mi madre dice “no le eches perlas a los cerdos”, y mi suegra dice que no tiene mejores amigas y que nunca las ha tenido, que eso no existe. Yo he sufrido con esta idea.

Desde niños nos dicen eso, que hay que hacer amigos, hay que relacionarse, que hay que convivir. Ahora yo pregunto ¿para qué?. La realidad me ha dicho que cuando buscas hacer amigos no los encuentras (¿expectativas altas?, ¿acaso la amistad no es una gran expectativa?), que cuando te relacionas te joden y que cuando convives no te dejan vivir. El no reconocimiento del otro por sí mismo, sino como alguien de quien puedo obtener algo utilitario aliena el sistema, desvirtúa lo que entendemos por amistad, la cual, creo, es aún más poderosa y legítima que una relación amorosa.

También hay algo, y es que a medida que vamos creciendo nuestras expectativas van aumentando, nuestra visión del mundo se hace más compleja y así nuestra forma de relacionarnos. También, hemos experimentado el dolor, la miseria o la ingratitud o deslealtad. No podemos amar de nuevo así, grandote, de lleno como aquella primera vez. Nos llenamos de reservas, de mecanismos de defensa, de indestructibilidad. Si acaso el aire pasa…

Hace muchos, muchos años conocí la felicidad, tuve un amigo. Jugábamos juntos, hacíamos tareas, nos escapábamos, nos teníamos el uno al otro. El tiempo pasó y más nunca lo vi de nuevo, y posiblemente eso quedó sólo en aquellos recuerdos de mi mente. Ahí todavía somos amigos. Eso es lo que quizás me hace seguir soñando con imposibles. De verdad, tengo nostalgia…

¿Qué busco en un amigo? alguien que sea gente, sincero, honesto, leal a toda prueba, listo, alguien de quien pueda aprender sin sentirme menos. Busco alguien maduro y jovial, alguien capaz de reconocer sus errores y pedir perdón por ellos. Busco a alguien creativo, capaz, osado, valiente. Alguien consciente y responsable, busco a alguien que sea capaz de decirme lo que piensa en mi cara, me guste o no, sobre todo cuando se trate de mí. Busco alguien que no envidie lo que tengo o lo que soy, busco un pana para echarnos birras y para contarnos la vida, para compartir historias, para estar en el duelo, para brindar en la alegría, para estar en paz con el resto. Busco a alguien que me haga llorar cuando sea necesario, y que me consuele, me dé aliento y ánimos para seguir adelante o para tomar una decisión difícil. Busco a alguien que me haga creer en el resto del mundo o me confirme la mierda en la cual estamos todos inmersos. Busco a alguien a quien admirar, y que esté a mi par. Busco a alguien genuino, humano.

También quiero un mejor amigo.

Estoy dispuesto a ofrecer lo mismo.

Quiero que la nostalgia desaparezca.

Esperanza.

(Esto fue una inspiración a partir de Navidad, pero bien sirve para la cuaresma, o para pensar un rato)….

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En el mundo la gente se desvive a diario en luchas eternas por lograr las cosas. Levantarse temprano –no es mi especialidad-, trabajar, atender la casa, los niños, la pareja, sumiéndose en la rutina diaria, cotidiana. Son cada vez menos los espacios disponibles para hacer realidad nuestras propias aspiraciones porque nuestras múltiples ocupaciones ya nos priorizan otras tantas.

He escuchado varios cuentos de artistas que quieren brillar en Hollywood y comienzan como meseros en restaurantes cercanos para ver si, al fin, la oportunidad llega.

Podría decir que “esperanza” es aquel sentimiento motivador, generador, inagotable, capaz de mantenernos a flote aún en las situaciones más difíciles o adversas. La esperanza es la añoranza de lo posible, y lo imposible, a veces. Es esa capacidad de esperar unida a ese deseo de lo intangible y no existente en el momento presente.

Recuerdo una película donde una madre pierde a su hijo y a las semanas aparece un niño que dice ser el suyo. Al final el chamo no era el de ella (se lo había dado la policía por mera política del momento) y comienza a buscarlo por doquier. La mujer pasó el resto de su vida buscándolo. La mujer murió y el chico no apareció. Aún se recuerda a la mujer –quien existió en la vida real- y se sabe que el chico no ha aparecido aún. Quizás ya por la edad esté muerto también.

Con esto me pregunto, ¿realmente la esperanza es importante (o necesaria) en nuestras vidas?

La esperanza para mi es una actitud humana, como lo es el optimismo. A veces sirve y a veces no. Me he preguntado si pudiéramos seguir viviendo sin esperanza. A veces la mayoría de la gente deja en manos de la esperanza la solución de muchos de sus problemas: la posibilidad de acceder a bienes materiales, la cura de una enfermedad terminal, el fin, comienzo o reconciliación en una relación, el resultado de la crianza de los hijos, etc., cuando lo que en realidad se debe hacer es afrontar la realidad tal cual es y trabajar en función de ella para mejorarla.

Pudiera asumir que la esperanza es necesaria para vislumbrar el punto de llegada de mi proyecto personal, pero no es determinante en un orden de cosas. No la considero esencialmente ineludible para lograr lo propuesto. Puedo conseguir algo sin tener esperanza. Puedo tener esperanza y no conseguir nada. La esperanza requiere de acción. La esperanza debe ir unida irremediablemente a la realidad, sino carecería de cualquier fundamento que le diera sustento.

Creo en la realidad, por más variopinta que sea. Una vez leí una frase que afirmaba de un carácter de cine: “es realista al extremo de no ser humano”. Eso es lo que somos.

Esperanza también puede ser o representarse como ánimo: tengo una frase que leí en un artículo de prensa sobre un seropositivo, dice “No hay que ponerse negativo (…) aquí te dan cariño y esperanzas”. Lo quiera o no va a morir, y muy probablemente primero que cualquiera de nosotros, de hecho, es posible que ya lo esté porque dicha frase es de 2008. Entonces, ¿qué rol cumple o para qué sirve la esperanza en esos casos donde de todas maneras vas a morir? ¿Se convierte realmente en un alivio para quien suponemos la necesita?, en este mismo orden de ideas en una parranda navideña que en alguna oportunidad llevábamos a un hospital me acerqué a un enfermo de sida en fase terminal, le ofrecí un crucifijo y le dije que “Dios estaba con él” (la verdad fueron palabras muy falsas las que salieron de mi boca, no porque quizás esto no fuera cierto, sino porque, dada la intensidad de la situación fue lo que se me ocurrió decir… un cliché más). Quedé absorto con su respuesta: “Dios ya no está conmigo”…

La esperanza radica en la idea de una prueba o karma por superar, la ilusión de que siempre es lo bueno lo que nos va a suceder y no hay espacio para la fatalidad. Esto es un error. No pretendo ser pesimista, mas sí quisiera empeñarme en no desligarme de la realidad. Lo malo o lo contrario existe, y debe ser tomado en cuenta dentro de nuestros planes si queremos lograrlos y tener éxito.

Tenemos la idea que lo bueno siempre se impone a lo malo, que nuestra virtud humana se antepone a nuestros instintos o bajas pasiones, pero realmente he podido entender que la esperanza, el verdadero milagro se produce cuando cualquiera de nosotros da un paso al frente y hace algo. Se puede ilustrar con el dicho “mejor encender una luz que maldecir la oscuridad”. La verdadera esperanza surge de nuestras propias acciones, mucho más allá de la noción de un redentor que nos librará de las culpas y nos llevará a las tierras celestiales. La esperanza surge del trabajo honesto, del esfuerzo, del sacrificio, de la lucha por ser mejores cada día en lo que somos y hacemos, no por una fuerza sobrenatural que los libra de vicios y temores así y ya. Si así fuera, Dios no habría dejado en manos del hombre su propio destino. La esperanza, al igual que el cielo, se consigue construyendo la escalera, no esperando subir en las nubes. Sólo puede tener esperanza quien ha hecho todo cuanto estaba a su alcance para lograr algo y no le queda sino esperar a que, por sí mismo, se dé.

La esperanza es visible en el “levante” de una torta en el horno, luego de usados los mejores ingredientes, y cumplidos eficientemente todos los procedimientos. Es precisamente aquello que no controlamos, pero que sí condicionamos para que ocurra.

Dios puede creer y tener esperanza en mí, pero si no hago nada permanezco en el mismo lugar.

La Carne Humana.

(Igualmente, esto es de diciembre)….

frase de Pierre Teilhard Chardin: “No somos seres humanos atravesando una experiencia espiritual; somos seres espirituales viviendo una experiencia humana“.

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No es un post sobre antropofagia, aunque con lo que comentaré se podría decir que sí, casi….

El 2011 ha sido un año lleno de decepciones. He tenido la desdicha enorme de conocer la parte ruin de mucha gente en los más variados ambientes: desde peleas entre ciudades hermanas, pasando por traiciones y deslealtades con gente a quienes admiraba y ya no, o mariqueras de gente inmadura, hasta “implosiones” de gente que se suponía indestructible. En algunos de estos casos he podido vivir la fragilidad humana en su máxima expresión.

Soy un hombre estricto en muchos aspectos de mi vida (casi todos). Soy alguien capaz de amar u odiar con intensidad. De mi parte no se ha conocido la traición, la desidia o la deslealtad. He sido lo contrario a toda prueba. He sido honesto, he dado con humildad la cara por mis errores y me he regocijado con mis logros, gústele a quien le guste o no. Le he dicho a la gente lo que pienso en su cara, de modo que además de asertivo, tampoco he sido hipócrita. He entendido el porqué de mis emociones y me he dado amplio espacio para vivirlas. He procurado en un arduo esfuerzo ser respetuoso conmigo mismo, así esto no sea del agrado de otros.

Todo esto, unido a esta frase inicialmente comentada -de la cual supe hace algunos años- me pone a pensar, a recordar que nuestro tránsito por la tierra es momentáneo. Si le queremos dar un enfoque trascendental a nuestra existencia necesitamos entender que nuestro paso por este mundo es o consiste en un proceso intenso de purificación, de aprendizaje, de evolución. El espíritu no siente, sólo es, de modo que la carne se convierte en un vehículo para comunicarnos y hacer historia entre nosotros mismos. No existe otra forma intangible capaz de producir tal efecto. Los muertos no pueden acariciarnos, ni nosotros abrazarlos a ellos. La memoria, si bien parte de un hecho material es acervo milenario de nuestra esencia, no se puede tocar, no tiene olores ni sabores, aún alguien que haya perdido la vista la puede traer al momento presente, no se oye, no se siente, es pasado.

La experiencia del cuerpo es única e irrepetible, al menos de manera consciente si se cree en la reencarnación, y es casi imposible hasta que llegue el juicio final revivirla si creemos en la resurrección. Aún vuelto a nacer o vuelto de la muerte la experiencia sería distinta, pues pasas a ser inmortal.

Pese a tanto milagro junto hay seres que usan su cuerpo para dañar a otros. Pareciera que no comprenden lo trascendental de la propia vida en el ámbito en el cual la conocemos y juegan con ella como si no hubiera mañana. El daño causado puede ser hacia otros o hacia sí mismos, y para esto no hay miramientos. Es como si la producción en masa de nuestro tiempo nos hubiera alienado el alma y ya no conociéramos sobre otra cosa que la rutina diaria, como si no hubiera futuro.

Hay otros que con un cuerpo perfecto se dedican sistemáticamente a joderles la vida a los demás porque no son capaces de abrazar sus propias miserias y tienen que esparcirlas por todas partes a cambio de un poco de aceptación y cariño. Es gente que es incapaz de autoafirmarse como seres completos, integrales, dignos, y por eso acechan entre las sombras, en lo clandestino, pues no tienen otra opción que huir de la claridad meridiana del día. ¡y con lo sabroso que es el sol!

Pero hay otros que lamentablemente no tienen ese cuerpo al 100% de sus capacidades, y aún así tienen una ¿¡vida!?, de modo que su experiencia del cuerpo es bastante similar a la etérea del espíritu, pues no hay mucho dominio de sus acciones. Esto es interesante: ¿cómo es la experiencia humana de esos espíritus que ahí habitan?, tal vez la experiencia humana es para quienes deben llevar a cuestas el cuidado de esos seres, forjar su temple, ampliar su paciencia, profundizar su amor. Tal vez esos seres casi inanimados o abstraídos de nuestro mundo son guardianes de nuestras intenciones, de nuestras acciones, o simples testigos de nuestros desencuentros con la realidad. Tal vez su avance es tal que no necesitan un cuerpo completo para vivir la experiencia humana.

Esa experiencia humana es muy difícil. Nacemos solos, llorando, comenzando a adaptarnos constantemente a la realidad tan cambiante, lo cual es una afirmación paradójica. Lo único constante es el cambio. Parece que para realmente fortalecer el espíritu, fomentar esa experiencia, es necesario el dolor. El dolor no es posible sin un cuerpo que lo sufra. Hasta el amor resulta ciego a veces al cuerpo, mucho más al espíritu, pero el dolor es directo, no se confunde, y en ocasiones puede ser letal.

Del dolor se derivan las otras “sensaciones” humanas: el odio, la desesperación, la angustia, la muerte, el desasosiego. El dolor produce lo mejor de nosotros mismos, es genuino, nos hace encarar nuestra realidad, nos deja desnudos. Definitivamente no hay nada más genuino que el dolor. El dolor pone a prueba nuestra templanza, nuestra resiliencia.

El dolor nos dignifica o nos reduce, pero algo que también tiene es la capacidad de sacar a flote lo más profundo de nosotros mismos. Nos hace elegir ser mejores o peores personas. Creo que en esa mínima acción radica la elevación o caída del espíritu. La elección.

El dolor a veces es combustible de nuestras acciones.

El dolor a veces es sinónimo de vida.

2011…

Ya es marzo, pero esto lo escribí a finales del año pasado, e inicios de este…

Estas líneas resumen un momento importante de mi vida…

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Hace algunos años que ya no soy fuerte,

Mis demonios se han vuelto vendavales y han azotado mis cimientos

Donde me escondía era descubierto

Desnudo mi cuerpo estaba desde ese entonces

 

No tengo más historia porque mi presente ya no existe

Mucho menos el futuro

No sé si lo vivido realmente fue vida

No sé si amé realmente, o sufrí, u odié

No recuerdo cómo era la victoria o la derrota

Vivo azotado por constantes remordimientos

Desconozco mi historia

A veces reniego de ella

 

No conozco la paz

Mis entrañas están secas

Sigo aún desnudo con mis recuerdos y remordimientos

Me he vuelto intrascendente

Mis pasiones se evaporaron

No tengo energía ni creatividad

Solo desasosiego, Solo pena.

 

Busco paz,

Aún en mis momentos de amargura la persigo sin cesar

No quiero condiciones

Las tinieblas ya no son suficientes, la vida se pierde en ellas

No tengo consciencia

Carezco de existencia entre ellas

No las odio tampoco, pues han sido mi compañía

Son un consuelo absoluto

Fueron reflejo de mis vivencias

 

Te busco, paz,

Aún peleando constantemente

Luchando contra ellos, los demonios

Caigo, sangro, pero no me canso

Me obstino hasta el suicidio

Pero no me rindo

Sé que algún día te encontraré

O bien, tú me encontrarás…

 

Desnudo estoy,

Las armaduras que encuentro no me sirven,

Están hechas de aquello que aborrecí,

Ahora recuerdo porqué estoy desnudo

A veces esas armaduras lejos de protegerte te dañan

Desprenden veneno de sus componentes

Siento la brisa entre mis muslos, mis brazos, mi frente

El amanecer se acerca…

 

Es tarde quizás, pero ahora entiendo mejor

He logrado entender mi propio idioma,

He logrado conectarme con aquello que soy,

Comienzo a ser expresión de mi propia voz.

Duele para los adentros, más para lo externo,

Pero es un dolor que da tranquilidad.

Si nacer es doloroso, vivir no lo es menos…

No por esto, deja de ser oportunidad…

 

Pero los recuerdos vuelven,

Pretendidas añoranzas de un pasado con un futuro que prometía ser glorioso,

Y hoy es sólo cenizas desordenadas por el viento.

Siento miseria, como si tuviera el alma marginada,

Ya las sonrisas en mi rostro se sienten extrañas,

Ya no las recuerdo, siento pena.

La muerte no es propia de la noche,

Yo vivo con ella día a día.

 

La ira se apodera de mí,

Quiero cargar contra todos los que conspiraron en contra de mis sueños,

Es fácil transformar la tristeza en rabia,

Es difícil pretender llenar un vacío enorme con esto.

Me estoy cansando de luchar…

Me desarmo cuando me veo en el espejo

 

¿Y si todo esto nada más estuviera en mi mente?

¿Y si esto fuera sólo un mal sueño?

¿Sólo ansiedad?, ¿sólo desasosiego?

Quiero despertar.

 

Ahora me doy cuenta que no estoy solo,

Que mis vivencias fueron reales y que todos, de alguna forma, nos hemos mentido a diario

No me alegra, no me regocija, pero me hace sentir la razón de mi parte.

Lo vivido ha sido genuino, eso me da satisfacción.

Mi nueva armadura comienza a tomar forma.

Ya recuerdo cómo se sentía la paz.

El sol abrasa mi rostro.

Ahora quiero descansar.