lunes, febrero 14, 2011

Para ti.

Hace unos 6 años le pedía a Dios algo de compañía. He podido comprobar en varias ocasiones que Él escucha mis plegarias... Esta ocasión no fue la excepción... Venía de caminos infructuosos, viviendo de ilusiones de un pasado que se desvanecía más y más con cada segundo transcurrido... ¿alguna vez has vivido un amor en tinieblas?...

Alimentaba esa ilusión con pensamientos que se hacían realidad sólo en mi mente, nada más. Al final, me di cuenta enfrentando la realidad que mis ilusiones no fueron más que eso, meros espejismos de algo que pudo ser y no fue. Lejos de sentirme mal me sentí regocijado. Los consejos de amigos en el camino me dieron aliento a darle fin a algo que nunca tuvo un comienzo, y su cuerpo, el de ella, así lo confirmaba.

De ella, sólo quedaba un espejismo de aquello que alguna vez me cautivó y me tuvo preso durante tantos años desde la soledad, una silueta sugerente, pero como un adorno remendado, ya poco atractiva a mis sentidos. La ilusión se había desvanecido por completo.

Luego, entre situaciones caóticas propias de otras vidas -o de otras muertes- apareciste tú.

Al principio, no daba crédito a extrañas sensaciones que no surgían de mi mente, y yo no sabía qué eran. Quise llenarlas con alimentos pero mi cuerpo no se saciaba. Quise ignorarlas, y tomaron más fuerza. No tuve más remedio que ceder a lo que sentía, y tuve miedo. Como siempre he sido de retos decidí arriesgarme a quitar armaduras que ocultaron ese trozo de mí durante tanto tiempo, y entre ratos de timidez y miradas sospechosas entendí que había armonía. Eso me impulsó a dar un beso tonto y definitivo.

Este simple beso casi conmocionó a la opinión pública nacional, pues sucedió lo que muy pocos se arriesgaron a esbozar. Fue confidencial, con el resto del universo de testigo, fue emocionante, fue osado romper con esquemas e ilusiones de años anteriores, fue osado asumir el hecho ante la posible y perspicaz mirada de tantos entramados en tan pocas personas. Ahora pienso que fue definitivo.

Así comenzó la parte más intensa de todo esto. Uno, que no había amado en mucho tiempo, quizás nunca, y otra, que estaba buscando un complemento griego. Dos salvajes que aún amándose no dejaban de proferirse heridas por miedo a permitir que otro los hiriese de nuevo. No bstante, las heridas cicatrizaron fundiéndose en una misma, dando testimonio del entramado que los uniría por el tiempo.

Conocí lo más íntimo de ti, y tú me conociste como nadie más lo ha hecho. Contigo he vivido lo intenso y lo sublime a la vez. Amo tu dedicación, tu devoción, me inspiro con tu historia, me conmuevo con esa sencillez con la que haces las cosas, me obstino cuando estás distraída, me encanta el sabor de tu lengua, me gusta tu sazón de tu cocina, disfruto tu coquetería íntima, odio cuando ves Beisbol, me gusta cuando me tomas en esa parte de mis cabellos, me duele verte -y hacerte llorar-, no me gustó cuando terminamos por primera vez, detesto que me profieras palabrotas cuando estás al volante, valoro tu compañía, me gusta tu carácter y razonamientos aún cuando te da disociación psicótica, me excitan tus pechos, me gusta tu perro, añoro tus muslos.

Ya tú no eres parte de mi historia, eres parte de mí. Te amo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario