martes, noviembre 23, 2010

Amargura y la muerte......

El Dr. Igor, célebre director del manicomio de Villete, en Eslovenia, describe la amargura como una especie de químico producido en el organismo a partir de las reacciones que las personas tienen con respecto a un ambiente adverso, la pérdida de interés en las cosas simples y cotidianas de la vida, o la falta de éstas. Esta "sustancia" irradia -cual quimioterapia- el organismo de la persona hasta un punto tal que nubla los sentidos y deprime todo el sistema. Al final, la persona víctima de este mal deja de encontrarle sentido a la vida, o por el contrario, busca revelarse de manera estóica, pero cuando esto pasa ya la amargura ha invadido el corazón de ésta y no queda mucho por hacer, excepto esperar la muerte, vengadora soberana que libera de las prisiones corporales a quienes sufren esta enfermedad por cualquiera de sus motivos...

Nunca me había llamado la atención Paulo Coelho. No obstante, debo decir que Verónika, la joven presa de esta enfermedad y su auténtica y profunda revisión de la vida en esa semana en Villete me cautivó. Cuando vivo a partir de los preceptos que la sociedad establece aún y cuando no los comparto y soy rechazado por ello siento que algo dentro de mi muere. En efecto, la amargura me está invadiendo. Esta no sería la primera vez que me imagino cómo sería mi funeral, no por el hecho de querer morirme como en el caso de Verónika (pienso en salidas menos cobardes, como irme a un país totalmente desconocido para mí y comenzar de cero, pero la muerte, muy poco), sino más bien por fijarme en cuánto he sembrado, cómo lo he hecho.

Yo siento que he luchado contra la amargura durante mucho tiempo de mi vida. Estuvo fuera de mi durante varios años, cuando me creía alguien logrado, en perspectiva, con una alta maestría personal, pero hoy debo admitir que tengo un poco de ella en mi sistema. Definitivamente, no logro adaptarme a ese mundo cínico de convencionalismos, y tampoco consigo mucha gente con la cual compartir la vida de este modo. Todo es superfluo, pareciera que hay mucho que esconder o mucho que proteger, pareciera que tanto dolor y hostilidad en la atmósfera no nos dejara ser como somos, o de pronto estoy siendo ingenuo y resulta que la humanidad es así como la veo, y no hay más allá. Sigue con su tendencia natural a la autodestrucción, en palabras del Dr. Igor.

Mientras que leía la breve semana en la que Verónika decide Morir me sentía parte de Villete: encuentro a mi paso a muchos Edwards, a quienes les arrebataron sus sueños por no entender -o compartir- los ideales del mundo de la diplomacia; encuentro a "La Fraternidad" por doquier, con la diferencia que aquí la gente no busca la superación personal, sino consolidar sus egos, ya que ellos son quienes únicamente tienen la razón; también encuentro a muchas Mari, quienes no tienen el valor de vivir porque hubo algo que las atemorizó para siempre; y a muchas Zedka, que perdieron el sentido en las cosas materiales y están en vías de comprender el camino espiritual que nos une con algo mayor que nosotros... pero desisten.

Lo ideal sería que la amargura te indujera a la tristeza o la depresión, en su manera más manifiesta, pero en este caso, a Verónika le adormeció las emociones, la hizo incapaz de sentir nada, le mató la vida.. no, la "vida" le mató su vida, y la amargura hizo lo suyo.

Admirable también es la figura del Dr. Igor, pues estaba dándolo todo en su tesis, y estaba haciendo un experimento poco ético (pero necesario) que marcaría, años después, el camino a la cura de los problemas de la gente. No es justo ni posible desperdiciar días de existencia cuando hay tanto por vivir... Quizás, es necesario tomarse un tiempo para evaluar las cosas, revisar el camino recorrido, dormir bien, comer sabroso, salir a recibir un baño de sol, tocar el piano, desnudarse y amarse uno mismo, recobrar parte de esa dignidad que la vida te quita, o que no te enseña a vivir a plenitud. Y como en el caso del Dr. Igor, recordar/enseñar esto a muchas personas sin siquiera esperar las gracias.

La vida pareciera ser una balanza entre dar y recibir. Yo siento que he dado bastante en estos años de caminarla. Mi problema es que ahora que me dispongo a recibir no me gusta lo que me dan. Ahí me pregunto: ¿será que no di algo bueno?, o ¿lo di y lo quité, de modo que en suma no he dado nada?, o que ¿aquellos a quienes di son unos malditos egoistas? No lo sé.

Ahora mismo me debato entre ser de ese mundo y relacionarme sabiendo que lo que veo son avatares de vacíos espectros que se dicen a sí mismos humanos, o seguir mi camino tratando de buscar alguien con un corazón verdadero y visible entre sus armaduras. Cuando lo defina, saldré de Villete para ver las Visiones del Paraíso de Edward, junto a Verónika...

No hay comentarios:

Publicar un comentario