lunes, noviembre 22, 2010

Postinor y lo que ello deriva...

Hace unos días estaba comprando un par de analgésicos en la farmacia, y cuando estoy esperando en caja para cancelar veo que la persona que tenía adelante llevaba entre otras cosas, una cajita rosada... La verdad me estremecí cuando identifiqué lo que era.

Era un hombre quien compraba dicho medicamento, y su actitud o al menos su cara era de quien compra unos chicles, osea, normal... Luego de esto, pago mis analgésicos y me voy pensando en todo el entorno que motivó la compra de estas dos pastillitas...

Hablar de un "anticonceptivo de emergencia" es algo grave, al menos para mí. Todavía hay mucha resistencia a pensar que hay vida a partir de la fecundación, y mucha gente hace caso omiso de esto tomándose dos pastillas... Ahí entran toda una serie de ideas, opiniones, teorías, criterios que hacen más densa la atmósfera para comentar el tema. Cuando pensaba sobre la compra de estas pastillas que vi sentí un susto similar al de cuando haces una travesura y no quieres que nadie se entere, era comparable a sentirme como Dios, decidiendo si aquello resultante, el fruto de mis acciones vivía o no. No es una decisión fácil, o no debería serlo. Hay otra idea: el mundo presenta las cosas malas de manera que aparenten ser buenas. El sector farmacéutico vive un "idilio" cada vez que surgen enfermedades que aquejan a grandes poblaciones, pues al final, son más ingresos por las patentes de sus productos. El objetivo de procurar una mejor calidad de vida a través del control y erradicación de enfermedades pasa por un crisol económico. Eso implica que nuestra vida vale según la enfermedad que tengamos: ¿un resfriado? Bs. 35,00 (lo que me costaron los analgésicos), ¿Sida?, ¿cáncer?, millones de Bs. o incluso, en divisas. ¿Realmente valemos tan poco? Esa criatura que pudo haber nacido (ya no, las pastillas ya fueron ingeridas, seguramente) costó creo que Bs. 20,00 -lo estupefacto del momento no me permitió retener el precio-. ¿Qué arrecho! ¡un feto cuesta Bs. 20,00!

En cierto modo, es impresionante que los anticonceptivos como éste cuesten menos que una caja de analgésicos... Pero ello también tiene una explicación.

Los índices de embarazos no deseados son enooorrrmes, y más en el terreno adolescente. En lo personal, me es absurdo pensar que la gente no se proteja al momento de tener relaciones sexuales cuando hay tanta información y mecanismos de control para ello. No conformes con esto, si el "accidente ocurre" (se supone que los accidentes se dan en fracciones de segundo, no durante los cinco o diez minutos que pudiera durar un polvo) tienes una ¡segunda oportunidad!, compras tus pastillas y te las tomas según las prescripciones. ¡Listo!...

Hoy leí sobre las declaraciones del Papa con respecto al uso de preservativos. Demás está decir que han sido sumamente distorsionadas, pero, hasta la Iglesia está haciéndose eco de esta necesidad de responsabilidad que nos afecta como aldea global, y aún así la gente no reacciona. Siguen cometiendo los mismos errores que ven con el vecino, en las novelas latinoamericanas, en los talk shows, y de los cuales no aprenden ni un poquito... Ya el punto no se convierte en si tenemos mejores métodos de contracepción, o si los Estados han hecho todo el esfuerzo necesario para concientizar a la población. No. El problema está en el poco compromiso que la gente tiene consigo misma, en hacer las cosas sin pensar en las reacciones, en las consecuencias, en cómo lo que yo hago le puede joder la vida a los demás... La gente vive como zombies, a la satisfacción de sus necesidades más elementales. Nos estamos acostumbrando a que el Estado sea quien rija nuestras vidas, pero a diferencia de nuestra madre, quien es la persona que con más amor nos cuida, el Estado va a tomar medidas de orden estratégico, minimizando costos y maximizando beneficios. A la sociedad tampoco le sirven embarazos precoces, porque o se interrumpe la formación de la joven -o con suerte la pareja joven- quien puede ser capaz de generar riqueza en un futuro cercano o los orfanatos se llenan de infantes a quienes el Estado debe mantener. La mayoría de estos niños crecen con muchos problemas que después se van a reflejar en su vida adulta, creando nuevos problemas, o bien, se vuelven jóvenes problema para la sociedad, un caldo de cultivo perfecto para los vicios... En ese punto algunas veces me pregunto qué habría sido mejor.

Lo mejor, definitivamente, habría sido la responsabilidad que ese hombre y esa mujer que en la noche previa a la compra de esas pastillas no tuvieron.

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